El Chico Bajo La Lluvia by Ami Mercury

El Chico Bajo La Lluvia by Ami Mercury

autor:Ami Mercury [Mercury, Ami]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Erótico, Relato, gay, Romance gay, LGTBIQA+, LGBTIQA+
Amazon: B07Z282MC2
publicado: 2019-10-10T22:00:00+00:00


—¿Nervioso? —preguntó Manuel junto a la cama.

A Lorenzo no le había recordado tanto al adolescente que conoció como en ese momento. Le preguntaba si estaba nervioso cuando él era el primero que parecía aterrorizado, y Lorenzo no estaba del todo seguro de qué opinar al respecto. Al fin y al cabo, ese hombre estaba a punto de abrirle el pecho. Literalmente.

—No mucho —mintió, como cuando estaba acojonado bajo la intensa lluvia y aguantó el tipo para no contagiarlo.

Llevaba siete días ingresado. En efecto, el reposo y los medicamentos habían logrado que se encontrara algo mejor, pero no bien. Y una vez tomada la decisión, el trámite no se alargó demasiado. El suyo era un caso de relativa urgencia, lo que le ahorró muchos meses de espera. Manuel también influyó, aunque ese dato no lo llegó a conocer. Tampoco era necesario.

Durante ese lapso, el médico había ido a visitarlo a diario. Siempre le dedicaba un buen rato ya que aprovechaba sus tiempos de descanso e incluso lo dejaba para el final de la jornada, lo cual tampoco le explicó a Lorenzo. Se mantenía firme en su propósito de no alterarlo y la simple emoción que pudiera sentir al recordarlo, o el apuro por no haberlo hecho hasta el momento, podían provocarle otra crisis. En sus visitas se limitaba a controlarle las constantes vitales, interesarse por su estado de ánimo e insistir, sin demasiado ahínco, en contactar con sus seres queridos. Lorenzo rechazaba la propuesta una y otra vez, empeñado en no molestar ni preocupar a los suyos. Tan solo la señora Ángeles, su vecina, estaba al tanto y había prometido cuidar de los gatos el tiempo que hiciera falta. Incluso se había pasado por allí, y fue la única compañía de la que Lorenzo había disfrutado aparte de los enfermeros y de Manuel.

—Así me gusta —replicó este último—. Estás en buenas manos: muchos de mis pacientes desconfían al verme tan joven, pero yo les digo siempre lo mismo: tengo experiencia suficiente y, como soy joven, me canso menos. ¿Diez horas en quirófano? Nah, un paseo.

Lorenzo emitió una risa cansada pero sincera.

—No lo había pensado ni por un momento. Este es un buen hospital, si no fueras bueno, no te tendrían aquí trabajando, ¿no?

—Muy cierto. —Manuel no apartó la vista de él durante unos segundos y su sonrisa perdió ese nerviosismo—. Todo saldrá bien.

Lorenzo no supo si se lo decía a él o a sí mismo, pero sí constató que su voz, de repente aterciopelada y con un punto íntimo, lo reconfortó y alteró a partes iguales, porque algo se le removió en el pecho. Y a pesar de la confianza que el otro le transmitía, sintió la urgencia de confesarle lo que se había guardado para sí hasta la fecha.

Ya se disponía Manuel a marcharse de la habitación cuando Lorenzo lo llamó. Se giró, la mano ya alzada en dirección a la manilla de la puerta.

—No pensaba contártelo, pero si no salgo de esta…

—No, hombre —lo interrumpió Manuel, que había vuelto sobre sus pasos hasta el centro de la habitación.



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